En el mundo digital existe solo un tipo de blanco: 255,255,255 en el sistema de color RGB y 0,0,0,0 en CMYK. Sin embargo, en la realidad, existen muchos más tonos de este color universal. No hace mucho el blanco estaba presente en casi cada habitación de cada casa; y de ahí se pasó a un período en el que el blanco desapareció de la decoración de interiores. En los últimos años ha vuelto con más fuerza que nunca, y parece que esta vez es para quedarse. Es una fuente de inspiración para el moderno y popular estilo escandinavo, que bebe de interiores luminosos y aireados.
La presencia del blanco en el diseño escandinavo es meramente práctica. Este color refleja hasta el 80% de la luz, lo que, con la limitada disponibilidad de horas de sol a lo largo del año, permite iluminar mejor el interior. También ayuda a incrementar visualmente el tamaño del interior. El color blanco, como dominante, puede introducirse dondequiera que queramos destacar el espacio y la limpieza. Funciona perfectamente en pasillos y galerías y áreas de recepción. Es el color de la gente valiente y sin compromiso. Simboliza la alta calidad y la profesionalidad. Gracias a la atmósfera de aire fresco que genera, es perfecto para áreas de descanso.
Por otro lado, como color dominante no funcionará en espacios pensados para trabajos a largo plazo. Áreas muy brillantes se perciben como poco naturales, y por lo tanto no suelen ser cómodas. Esto nos hace sentirnos más cansados de lo normal y tiene efectos negativos en nuestro trabajo. En interiores dedicados a la concentración, es mejor usar el blanco acompañando a otro color. En un entorno colorido, trabajamos mejor y cometemos menos errores.
Es interesante combinar blanco con madera natural, verdes –especialmente en forma de plantas-, azul o gris. El dúo blanco y negro es siempre clásico y elegante. El blanco también se puede usar cuando queremos destacar accesorios o alguna pieza de mobiliario de fondo.
